Se hace camino al andar

Hay personas que les gusta emprender todo tipo de viajes en sus propios autos, otros optan por la rapidez de los vuelos aéreos, y hay quienes escogen los micros para no apartarse de tierra firme más de dos metros. Pero hay quienes eligen medios de transporte un tanto más extravagantes.

Uno de esos es este ejecutivo de la década del ´30, que había ideado este ingenioso medio de recorrer las calles de Los Angeles. El constructor optó en su momento por mantener su nombre en reserva, quizás imaginando el futuro poco promisorio de su invención. El piecyclo, como lo nombró su creador, fue construido con dos piernas ortopédicas, y era accionado por unos pedales sujetos al soporte que culminaba en el asiento del "conductor". Para modificar el rumbo, el usuario debía valerse del peso de su cuerpo para ajercer palanca contra los pedales, algo poco acosejable a esa altura. Evidentemente, personas con poco equilibrio abstenerse.

Cuando concluía la década del ´50, otro curioso invento fue dado a conocer al mundo. Este fue denominado ovocípedo, y el diseñador de tal medio de transporte fue el genial artista Salvadr Dalí. Con él pretendía reemplazar al automóvil, algo que, afortunadamente, nunca sucedió.

Consistía en una esfera transparente que se trasladaba por medio de la tracción que se ejercía en cnductor con sus propias piernas, ayudado por unas barras a los lados apra no perder el equilibrio. El rumbo se timoneaba cambiando el peso a lo largo del eje en sentido de la vuelta y para ejercer la marcha atrás sólo debía invertir la posición.
El Ovocípedo nunca fue construido en serie, aunque Dalí afirmaba que su vehículo podía ser conducido tanto en tierra como en agua, hielo o nieve sin tener ningún problema.

La presentación en de este singular invento sucedió en parís d cuando rodó por la avenida Champs Elysées de Paris en el año 1958. Un año más tarde en Nueva York, vestido con un traje dorado lo probó en público nuevamente.
En una ocasión Dalí dio una extraña descripción del hecho que lo había inspirado a construir tal artefacto al decir que el ovocípedo provenía de “las fantasías que provoca el paraíso intrauterino”.

De más está decir que el ovocípedo nunca llegó a producirse en serie, relegando los deseos de su creador, que evidentemente no poseía una visión de negocios que equiparara su enorme capacidad artística.