Evolución: El león encontró su camino

Los reyes de la savana africana se caracterizan por vivir en manadas, compuestas por hasta doce hembras, generalmente emparentadas entre sí, y de uno a cuatro machos dominantes. Las tareas en la manada están claramente diferenciadas: las hembras cuidan a las crías y cazan el alimento, en tanto los machos se limitan a patrullar el territorio, cuidando que otros machos errantes no intenten hacerse con el control de la manada.

Una vez que los cachorros crezcan y estén prontos a alcanzar la madurez, serán expulsados de la manada, tras lo cual recorrerán la savana en forma nómade hasta formar su propia manada, o vencer a los machos que protejan una ya existente.

Dicho comportamiento social los vuelve únicos entre los felinos. Pero ésto no fue siempre así, sino que llevó al menos tres millones de años de evolución.
Se cree que su antepasado era muy semejante al leopardo, un cazador que vivía en forma solitaria, alimentándose de presas pequeñas en bosques poblados. Pero en algún momento, al tornarse más seca la región, los bosques desaparecieron, convirtiéndose en llanuras con pastos.

Entonces el animal debió evolucionar para cazar presas mayores en ese nuevo escenario. En busca de eso cambió sus manchas por el pelaje amarillo claro, necesario para camuflarse mejor entre los pastos secos. Aumentó su tamaño, adquiriendo piernas más fuertes, y mandíbulas resistentes debido a sus poderosos músculos del cuello. Por último, comenzó a desarrollar estrategias de caza en grupo, para capturar grandes presas que de otra forma no podría.

Todas estas características lo convirtieron en el rey de la sabana, y muestran como la naturaleza se adapta, abriéndose paso ante las adversidades.

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